A lo largo de la vida, podemos experimentar grandes dolores y sufrimiento. Esto no solo ocurre a nivel corporal sino también en lo psicológico, lo espiritual y en otros aspectos. Muchas personas viven llenas de heridas y procesos inconclusos y no se han tomado el tiempo para mirar, analizar y buscar la manera en cómo poder salir de eso que no aporta del todo.
Jesús trae novedad a nuestra vida:
Aunque andemos por el mundo sin un rumbo fijo hay que dejar algo claro: el encuentro con Jesús viene a marcar un antes y un después en nuestra vida. La misma Palabra nos recuerda que Él ha venido a buscar a todo aquel que está enfermo, lleno de pecado, de equivocaciones para brindarles su medicina, su amor y darle sentido a su vida. Únicamente requiere que nosotros nos acerquemos a él para experimentar su amor, para llevar nuestra vida a otro nivel y para qué tantas cosas que cargamos queden doblegadas ante su amor y su misericordia. Es importante recordar que Jesús realizó múltiples milagros a quienes lo necesitaron. Pero no solamente se quedó en el signo físico, sino que transformó las vidas que lo necesitaban y logró llevar a esas personas hacia un mejor porvenir.
Llamados a ser sanados:
El mensaje de Jesús es claro: busca que nosotros tengamos una vida sana, no sólo en lo físico sino en lo espiritual, en lo emocional y también en lo psicológico. La solución a todos nuestros problemas parte de la comprensión y de la pedagogía del amor que Él nos ofrece. Lo anterior no se da únicamente por un beneficio personal, sino por el contrario, permite que el Padre sea glorificado por el gran cambio que hemos de experimentar para así aspirar a una vida plena.