Formación procesual para construir Iglesia

El proceso de transformación sinodal requiere el establecimiento consensual de una formación cristiana, procesual y en crecimiento que responsa a las diversas etapas de desarrollo pastoral. Este propósito de establecer un modelo de formación, como el propuesto en el Directorio para la Catequesis de 2020, porque ubica señalando: “La evangelización es un proceso, por el que la Iglesia, movida por el Espíritu Santo anuncia el Evangelio que se difunde por todo el mundo” (numeral 31). De manera que, se plantea “la evangelización comprende varias etapas y momentos que pueden repetirse si es necesario, con el fin de dar el alimento evangélico más adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o comunidad”. El mismo documento propone tres etapas, que contribuyen a buscar los procesos formativos: primero la iniciación cristiana, que parte del kerygma buscando el encuentro personal con Jesucristo, la conversión y la vinculación comunitaria; después el proceso catequético, encaminado a profundizar y crecer en el misterio de Cristo y de la Iglesia, y la tercera etapa está constituida por la madurez que conduce al compromiso misionero que se encamina hacia las diversas maneras de asumir los carismas para aportar en los ministerios y pastorales que generan crecimiento y transformación eclesial.

El crecimiento procesual en los contenidos específicos en función de aportar a la sinodalidad hace que se disminuya el clericalismo y se asuman compromisos de corresponsabilidad y cogobernabilidad, donde todos los bautizados y ordenados aportan sus saberes y experiencias para construir juntos las nuevas formas de concretar la eclesialidad y vivir el consenso entre los hermanos. Esta es una manera de trabajar en los pasos y etapas para construir una Iglesia sinodal, además, contribuye a sistematizar experiencias que muestran las prácticas que se están desarrollando en esa dirección.

Los bautizados y confirmados que asumen activamente los compromisos sacramentales, desde una formación cristiana procesual y encaminada a asumir la corresponsabilidad eclesial, contribuye directamente a comprender que lo permanente es el Pueblo de Dios, todo lo demás puede ser transitorio. Al mismo tiempo, se vuelven actores de la sinodalización del Pueblo de Dios, donde todos pueden ser escuchados y contribuir al discernimiento eclesial.

La renovación eclesial compromete a toda la Iglesia (laicos, religiosos y religiosas, presbíteros y obispos), que, en su proceso de conversión pastoral, debe asumir la formación cristiana en sus procesos y establecer los contenidos que más respondan a las necesidades eclesiales y sociales.

Manuel Tenjo Cogollo
Magíster en Teología. Director de ESCALAR

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