Cristo ha vencido la muerte, él ha resucitado y ha marcado un antes y un después en nuestras vidas. En la Iglesia estamos felices porque su amor ha estado por encima de todo, dando su vida para la glorificación del Padre y mostrando su amor para con nosotros.
La muestra de amor más grande:
Dios nos dio la muestra más grande de su amor y debemos estar alegres por esto. No se ha limitado en nada y por el contrario ha sido generoso con todos nosotros sin importar nuestros pecados. Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. No es algo por menor que debamos dejar de lado, por el contrario, esto nos invita a que seamos hombres y mujeres renovados con la llama de su amor.
Si hemos recibido tan gran regalo estamos llamados a que demos testimonio a los demás de esta prenda de amor, Cristo nos ha mostrado con su ejemplo como es el Reino de Dios y nos ha encomendado a nosotros y a la Iglesia ser multiplicadores de este Reino para todo el mundo.
¡Felices pascuas de Resurreción!
Hemos terminado el tiempo de la cuaresma e iniciamos el tiempo de pascua en una actitud alegre porque el Señor ha resucitado de entre los muertos. Él ha manifestado su poder y su autoridad en medio de nosotros y nos recuerda constantemente que nos ama y que no nos dejará nunca.
Pidamos al Dios de la vida que en este nuevo tiempo de bendición para nosotros seamos capaces de ser testigos del Evangelio, que nosotros podamos alabar el nombre de Dios en todo momento de nuestra existencia y que él nos acompañe y nos guarde en todo nuestro caminar.
La pascua es signo de alegría y todos los cristianos debemos vivirla conforme el Señor lo quiere para nuestra vida, teniendo claro que no dejamos de lado la contemplación de su amor, la oración ferviente, el ayuno, la mortificación y la pertinencia por la salvación de nuestra alma.