Elena Guerra fue una mujer que nació en 1835 en la ciudad de Lucca, Italia. Fundó la congregación de las Oblatas del Espíritu Santo. Ella abrió una escuela y la puso por nombre Instituto de Santa Zita en honor a la Patrona de su ciudad Natal.
Consciente de su tarea profética:
Entre 1895 y 1903 entabló una cercana relación con el Papa León XIII, por medio de la correspondencia, animaba al Romano Pontífice a renovar la Iglesia por medio de las predicaciones sobre el Espíritu Santo. No lo hacía con el interés de promulgar una devoción sino por el contrario, exhortar a toda la Iglesia a que viviese un tiempo de oración constante clamando el nuevo derramamiento del Espíritu Santo.
Expresaba:
«El misterio de Pentecostés es un misterio permanente. El Espíritu sigue viniendo a todas las almas que lo desean de verdad… Si sólo lo quieren… si sólo lo invocan… si sólo le preparan un lugar en su corazón…»
La respuesta del Santo Padre:
Gracias a su motivación el Papa promulgó la carta Provida Matris en donde invitaba a toda la Iglesia a que se abriera al actuar del Espíritu Santo y que ofreciera una novena previa a la gran Solemnidad de Pentecostés. Sin embargo, los obispos no fueron tan abiertos a dicha invitación y el Espíritu Santo inspiró a León XIII a que siguiera motivando por medio de cartas y encíclicas que animaban a la Iglesia a que conociera sobre el Espíritu Santo.
Un nuevo siglo con el poder del Espíritu Santo:
En una de sus últimas cartas dirigidas al Papa León XII, ella, le pedía que invitara a todos los católicos del mundo a entregar al Espíritu Santo el nuevo Siglo que iniciaba y es así como el 1 de enero de 1901 el Papa entonó el Veni Creator Spiritus.