La oración, el ayuno y la Palabra de Dios son armas fundamentales dentro de la batalla espiritual. Con ellas podemos derribar toda fortaleza espiritual y someter toda obra del maligno. En la motivación que el padre Leonardo Arboleda realizó en el programa Hoy es tu día, nos presentó una cuarta arma muy importante dentro del arsenal del Ejército de Dios: La Alabanza.
El padre Leonardo basa su enseñanza para el día de hoy en el Evangelio según San Lucas capítulo 1, versículos 39 al 56. Pero es el en versículo 46, donde se encuentra una de las oraciones de Alabanza y gratitud más importantes: El Magníficat. En ella, la Virgen María reconoce a Dios como su Salvador; “hoy como hijos de Dios nos unimos a esta alabanza y junto a María declaramos que Nuestro Señor es el Salvador de Colombia”, declara el sacerdote eudista.
Así mismo, el Magníficat es una oración de declaración de libertad, es una alabanza en donde podemos ver cómo actúa el poder de Dios cuando exaltamos Su Nombre. El padre Arboleda nos insta a orar usando el Magníficat. Podemos iniciar nuestro tiempo de oración adorando al Señor, reconociendo su Poder y sus Bondades para con nosotros; luego, declaramos las maravillas que Dios ha hecho, hace y hará con nosotros y a través de nosotros en nuestro entorno y en nuestra nación, y de cómo con su Brazo fuerte derriba toda fortaleza del enemigo y nos libra de sus ataques.
En ese mismo orden, alabamos al Señor por ser “el sustento de los que sufren y pasan necesidad”, dice el padre Arboleda, y finalizaremos nuestra oración recordando las promesas que Dios nos ha dado a través de Su Palabra. Realicemos esta oración con la misma alegría con que María la eleva al Padre y descansemos en Él. La Alabanza trae seguridad a nuestros corazones, confunde al maligno y nos libra de toda angustia e incertidumbre (2da Crónicas 20;22).
Unámonos hoy al cántico del corazón de María. Levantemos nuestras manos allí en nuestros hogares, en nuestros trabajos y, porque no, en la calle y alcemos nuestras voces en un cántico de adoración, viendo con los ojos de la fe como toda oscuridad se disipa y el Reino de Dios es establecido sobre nuestra amada Colombia.
“Altísimo Señor, Tú moras en las alabanzas de tus hijos. Que la adoración que hoy brota de nuestros agradecidos corazones sea oída en los cielos y haga temblar a los enemigos de tu pueblo y de Colombia. Padre, tú eres grande y temible en batalla, por tu poder Colombia es libre y tu Reino se establece en nuestra nación. Amén”