La palabra “dones” se suele emplear de modo amplísimo para aludir a todas las gracias dadas por Dios a las criaturas; de modo amplio, para referirse a las bendiciones sobrenaturales; de modo propio, para designar los regalos que constituyen y acrecientan la amistad de Dios con el ser humano; y de modo estricto, para indicar siete maneras de presencia del Espíritu Divino que ayudan a obtener la santidad personal.
Don de sabiduría:
Es un gusto por todo lo que se refiere a Dios, es una atracción y un deleite por las cosas divinas; además ayuda a discernir lo que se debe hacer o evitar sobre todo en el gobierno de los demás; esa es la gracia que pidió el rey Salomón para dirigir a su pueblo y que le permitió actuar correctamente.
Don de inteligencia:
Permite penetrar los misterios de la fe y de la palabra revelada que dan las intuiciones acerca de la relación y de los caminos de Dios que no se estudian en libros sino de rodillas en el reclinatorio.
Don de consejo:
Inspira al hombre lo que debe hacer y lo que debe insinuar a los demás. Este don permite estar acorde con lo justo y con lo bueno.
Don de ciencia:
Posibilita conocer la revelación, reflexionar en ella, meditarla y contemplar.
Permite descubrir la presencia divina en las cosas pequeñas al igual que en los acontecimientos mayores.
Don de fortaleza:
Permite ser dócil a la fuerza y el dinamismo de Dios, que ayuda a resistir las tentaciones y a vencerlas. Es el don que caracteriza a quiénes soportan pacientemente las dificultades de la vida y que vigoriza a los mártires, para que afronten con valentía el dolor y la muerte.
Don de piedad:
Caracteriza al niño que confía en su padre. Es el amor filial de quien regresa al hogar del que conoce, pide y alaba del que se abandona en las manos divinas con la seguridad de que estás no dejarán que resbalen los pies porque “no duerme ni reposa El guardián de Israel”.
Don de temor:
Es el cariño de hijo y no esclavo. Impide ofender al Padre celestial, hace pensar más en la bondad que en el castigo, ama hasta el detalle y llega a permanecer fiel aún en las cosas pequeñas, y a superar el pecado grave y el pecado venial y la imperfección.
De acuerdo con la enseñanza tradicional, esos siete dones son. sabiduría, inteligencia, ciencia y consejo, que se refieren a la mente humana y a sus posibilidades de conocer; y fortaleza, piedad y temor de Dios, que se refieren a la voluntad y a las acciones que realizan los seres humanos.
Padre Diego Jaramillo, CJM
Presidente de la Organización Minuto de Dios
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