El mundo ha recibido el regalo más grande e inmenso por parte del Padre, Él en su infinito amor y misericordia ha dado a su Hijo a todo el género humano. Dios se ha desbordado en amor con todos los hombres sin importar si creen en Él o no. El ser humano debe vivir conforme a lo que ha recibido, es decir, debe tomar una actitud de agradecimiento por todas las bendiciones que Dios ha dado. Aunque muchas veces las personas se equivocan, caen y se alejan del Creador; nunca se cierran las puertas; Dios quiere que seamos bendecidos y nos provee todo lo necesario para que estemos cerca en su seno.
Al recibir la bendición de Dios se puede caer en el error de que se tiene que dar por obligación o por calmar la conciencia. Sin embargo, esto no debe ser así. Dios nos da libertad y generosidad para que el hombre sea capaz de imitarlo y darle sin medir a los demás. No obstante, es importante administrar lo mucho o lo poco que se tenga en la medida de lo posible y que salga del corazón
También, se tiene la creencia de que lo que importa es la cantidad y realmente, no. El Señor ve el corazón que da, lo que realmente tiene. En muchos escenarios se está presento a dar sin medida, a endeudarse y desfasarse con tal de estar en sintonía; pero para el Señor se tiende a ser limitados y no dar mucho. A este comportamiento se le puede atribuir falta de desprendimiento de lo material, cuando se comprende que más allá de lo económico está el Señor se sabe que las bendiciones que llegan por parte de él son para administrar, pero también son para dar a los demás y así mismo como yo he sido bendecido; podré bendecir al otro.
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