Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Ignacio de Antioquía, un ilustre teólogo y Padre de la Iglesia que vivió en los primeros siglos del cristianismo. Según la tradición, fue discípulo de San Pablo y San Juan. Dentro de sus enseñanzas, sentó las bases sobre la Eucaristía, el papel de los obispos, la fe y otros temas esenciales de la vida cristiana. Su fidelidad al Señor llegó hasta el punto de entregarse al martirio.
Los Santos son ejemplo para nosotros:
La Iglesia tiene un gran número de personas que han logrado experimentar en carne propia la experiencia plena del ser cristiano. Muchos de ellos provenientes de familias pobres, adineradas, no creyentes y hasta repelentes de la fe tuvieron algo en común un encuentro con Jesucristo. Al principio, sintieron curiosidad por las maravillas de Dios, como muchos de nosotros. Sin embargo, abrieron sus corazones y permitieron que Él transformara sus vidas por completo hasta gozar plenamente de la santidad. Jesús sale a nuestro encuentro de formas inesperadas, y cuando lo acogemos en nuestras vidas, nuestra existencia toma un nuevo sentido, lleno de esperanza y plenitud.
Llamados a consagrarnos:
Debemos disponer nuestro corazón y nuestra vida confirmar el derramamiento del amor del Señor en nuestros corazones, unos le entregan su vida por medio de la vida vocacional, otros disponen sus energías para anunciar el Evangelio, pero en concreto todos debemos responder en generosidad al Señor, asi mismo como el lo ha hecho con nosotros. La consagración es el medio para fortalecer nuestro abandono al Señor, debemos prepararnos para esta gracia y permitirle a Dios que entre a nuestras vidas para ser otros y dar testimonio de sus maravillas.
Te invitamos a unirte el próximo sábado 26 de octubre para vivir una experiencia profunda del amor de Dios. Es el momento de dar un nuevo sentido a tu vida, consagrándote al Señor y caminando de su mano por toda la eternidad