El Sínodo de la sinodalidad ha sido un espacio de gran valor para la Iglesia. En los laicos, sacerdotes, religiosos, obispos, cardenales y hasta el mismo Papa han implementado un ejercicio de escucha y de dialogo con el fin de estudiar las distintas realidades presentes en la Iglesia.
Un proceso renovador dentro de la Iglesia:
El Espíritu Santo es quien se encarga de dinamizar todas las realidades dentro de la Iglesia, Él la guía y la acompaña en todo el peregrinar por el mundo. Derrama de manera constante la efusión de gozo y de amor a todos los bautizados y llama constantemente a mantenerse en el camino de la conversión y de la fidelidad a la Cruz. Durante tres años, se ha venido escuchando las distintas realidades de vida que la conforman y al Pueblo de Dios en general. Con la conclusión del Sínodo se encuentra algo fundamental y es el deseo de responder a los nuevos retos que surgen para la Iglesia en una sociedad como se conoce hoy en día.
Grandes hazañas:
Con el Sínodo, se ha resaltado el papel del laico en todas sus expresiones, estos han hecho una gran aportación al discernimiento de los purpurados y han propiciado espacios para que se genera una de las encuetas mas gran presente, nunca hecha en la Iglesia. Tanto ha sido el impacto de la reflexión de los padres y madres sinodales que el Santo Padre ha decidido no redactar una Exhortación Apostólica Postsinodal. Por el contrario, ha encontrado en el documento final de esta un gran valor que invitó a todos los católicos a estudiar y escudriñar.