¿Cómo vivir la fe en tiempos de coronavirus?

En los momentos de  dificultad  el ser humano  toma conciencia de sus  limitaciones. Lo contrario ocurre cuando las cosas marchan bien. Esto aplica no sólo para cada  individuo  como tal, sino para las empresas y  los Estados.

 Antes de esta pandemia del coronavirus muchos se sentían infalibles, fuertes, indestructibles, poderosos y  con cierto grado de arrogancia y prepotencia se mostraban  superiores a los otros. Tanto es así que las  prioridades eran otras: la tecnología de punta, la ropa de marca, la última moda, reuniones con gente “importante”, viajes, la discoteca; a nivel de los gobiernos y grandes empresas  se hablaba de crecimiento económico, nuevas inversiones, expansión, invasiones, viajes al espacio, guerras, etc.  Hoy  día,  a costa de tropiezos, muchos contagios, y cuando la muerte por el coronavirus ha comenzado a tocar a gente cercana e incluso a miembros de la familia, las prioridades vuelven a ser las básicas:   cuidar la vida, la salud, garantizar los la alimentación diaria, evitar el contagio. Se nos ha insistido hasta el cansancio que es necesario el aislamiento  social   que implica quedarnos en casa.

 Para los expertos, el pánico que se ha generado, es la antesala a una nueva pandemia  que ya comienza a hacer sus estragos: los problemas mentales de la población.  Pero en todo esta problemática provocada por la pandemia, ¿qué papel juega la espiritualidad? o más   bien ¿cómo vivir la espiritualidad?

A  continuación  presento algunos elementos que deben caracterizar la experiencia espiritual en tiempos de coronavirus:

VIVE  TU  EXPERIENCIA DE FE DE MANERA ATERRIZADA.- Vivir  la fe de manera  aterrizada significa eliminar actitudes y comportamientos fanáticos, como el creer erróneamente que  se puede exponer  el cuerpo al contagio y no  va a pasar nada porque Dios lo ha hecho inmune. Esta es una actitud irresponsable, no  solo porque está atentando contra su vida, sino contra la vida de sus seres queridos y demás personas cercanas. Vivir la fe de manera aterrizada,  no sólo hace que el individuo crezca en su relación con Dios, sino que lo hace  crecer   en prudencia, sabiduría, respeto por las leyes y normas. La fe no nos priva de nuestra capacidad de cuestionar, de dudar, de reflexionar, al contrario, la espiritualidad  nos lanza  por ese camino, pero al mismo tiempo nos impulsa a escuchar y acatar  las indicaciones de nuestras autoridades

MANTÉN UNA ACTITUD  COMBATIVA Y DE LUCHA CONSTANTE.-   Significa no bajar la guardia. Estar alertas, tomar decisiones que se anticipen a la solución de problemas posteriores, eso significa ser previsor, trabajador, creativo, propositivo. Estar siempre del  lado de la solución, no del problema. En términos  espirituales  significa  generar esperanza y alejar el pesimismo, esto sin dejar de lado el cuidado de la salud.

ACEPTA  LO QUE NO PUEDES CAMBIAR.- Creo que la expresión lo dice todo. Vivir la fe en tiempos de Coronavirus, significa   que el individuo alcance la madurez  mental que lo lleve a aceptar la   realidad que estamos viviendo y que han obligado a cambiar muchos hábitos.  Eso no depende de nadie, las circunstancias  han obligado a que muchas cosas cambien y eso hay que aceptarlo. Por ahora  no puede haber reuniones sociales, no podemos recibir visitas en casa,  hay que utilizar tapabocas, hay que lavarse las manos cada dos horas, etc.

COMPARTE CON LOS OTROS.- Esta expresión la entiendo en dos niveles. Se trata de compartir   una palabra y un poco de tiempo  con aquellos con los que, por las circunstancias que vivimos, ya no es posible juntarnos físicamente, pero sí es posible mediante el uso de la tecnología. Contactar a ese familiar o ese amigo con el que  hace tiempo no hablamos.   Además, el compartir,  lo entiendo desde el ángulo de la solidaridad. Compartir  implica desprenderme de algo material y ayudar al necesitado.

PENSAR Y PENSARSE.-  Implica ser racional, utilizar la lógica, tener identificadas  las áreas vulnerables  a nivel personal, familiar y empresarial y en lo posible realizar acciones que eviten  que esa vulnerabilidad  sea  aprovechada por el virus. Ejemplo: Si  las defensas del cuerpo están bajas,  hay que alimentarse bien y tomar medicamentos que ayuden a fortalecerlas, paralelo a ello implementar todas las medidas de protección.  Si los recursos económicos son pocos,  hay que ser ahorrativos, esta  no es época para despilfarrar el dinero  en joyas,  plan de paseos hacia el futuro. Hoy lo fundamental es vivir bien el presente  e insisto, cuidarnos porque esto es de vida o muerte.

NO TENGAS MIEDO.-   Esta expresión es hermosa y fueron las palabras   pronunciadas por el Señor a Josué  al delegarle la responsabilidad de reemplazar a Moisés, después de muerto, para que condujera el pueblo hasta la tierra prometida y repetidas en la biblia en distintas épocas y  a distintos personajes: Deuteronomio 31, 8; Josué 1,9; Isaías 35,4; Salmo 46,1-2; Efesios 6, 13; Isaías 41,10; salmo 27,1-3. Etc. No tengas miedo porque Dios  está contigo. Sabemos que el miedo hace perder el control de las cosas, baja  las defensas,  afecta la salud  psíquica. El miedo paraliza al individuo. El Señor nos anima a  no tener miedo porque el mal lo vamos a vencer con su ayuda.  No tiene miedo aquel que cree que Dios es capaz, por lo tanto confía en Él.

CREELE A DIOS, CREE EN LA CIENCIA   Y CRÉE EN TI.-  Como lo decíamos en la parte final del punto anterior, no tiene miedo aquel que confía  en Dios,  y la confianza se alimenta por la fe.  El que tiene fe le cree a Dios. Tiene la certeza que cuando se hacen las cosas bien  y nos abandonamos  en sus manos Él nunca nos va a fallar porque nos   cuida como la niña de sus ojos.

En este punto  es  necesario aplaudir  los esfuerzos que hace la ciencia en encontrar la fórmula  que controle el virus.  A esta hora cientos de científicos de la medicina están  realizando estudios, investigaciones  y pruebas para encontrar  el tratamiento efectivo. Oramos por ellos para que encuentren el camino correcto.

Cree en TI. Dios da fuerza, Dios da sabiduría, Dios da  la astucia  para que el individuo, en los momentos de dificultad, saque lo mejor lo mejor de sí. Como dicen  los sacerdotes Eudistas: “vivimos tiempos difíciles, es verdad, pero este no es un tiempo de maldición, sino de bendición.” El Señor está  sentando las bases   para la construcción de  una mejor sociedad  y usted forma parte de ese proceso de cambio y de crecimiento. Vívalo, disfrútelo, aprovéchelo.

Por: Bernardo Agustín Torres Rodríguez

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