El ser humano se encuentra en su día a día un sinfín de situaciones en las cuales debe optar por una u otra opción, ya sea al escoger qué comer, qué película ver o cuál es el medio de transporte más efectivo para llegar a determinado punto. Muchas veces, confía en su intuición, en su conocimiento o en las experiencias previas que ha tenido en su vida, lo cual le permite decantarse por lo que es más conveniente para sí mismo. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos surgen dudas sobre la opción que se escogió, preguntándose así si era la mejor o no.
El discernimiento:
El Papa Francisco define el discernimiento como un acto importante que concierne a todos los hombres, ya que forma parte de su cotidianidad. En concreto, se puede entender como un acto de ejercicio de inteligencia, habilidad y voluntad para poder aprovechar un momento favorable. Otro factor importante es la emoción o los sentimientos que están vinculados a un momento concreto, por ejemplo, en el Evangelio de San Mateo se resalta que quien ha encontrado un tesoro no teme venderlo todo, pues su alegría es intensa. Por lo anterior, se puede comprender que el discernimiento genera en la persona sentimientos positivos al encontrarse que ha hecho lo mejor para sí mismo y que esto tiene una gran relación con la voluntad de Dios.
Necesita de un gran esfuerzo:
Conocer al Señor no hace que todo sea fácil y llegue sin problemas. Por el contrario, aporta a que se tenga una gran luz que permite ver la conveniencia de ciertos actos de cara a lo que ha comunicado con su Palabra. Es por esto por lo que el ser humano está llamado a que, desde su libertad, pueda dedicar tiempo a comprender lo que sucede alrededor, tratando de colocar en armonía su voluntad con la voluntad del Padre; para lograr que su exigencia sea provechosa y llena de alegría.
