Los carismas del Espíritu Santo están esparcidos por toda la Biblia, mostrando cuán grande es el poder y el amor que el Señor tiene por todos. Hoy hablaremos acerca de los carismas de sanación y milagros.
Los carismas del Espíritu en la Palabra
Los evangelios nos narran algunas de las muchas curaciones milagrosas realizados por Jesús de Nazareth como señales de su mesianismo y su divinidad; entre ellas están: el criado del Centurión (Cf. Mt. 8, 5-9;13); el paralítico (Cf. Lc. 5, 18-19;24-25); la mujer encorvada (Cf.
(Lc. 13, 10-13); el ciego de nacimiento (Cf. Jn. 9, 1-3; 6-7); la mujer hemorroísa (Cf. Lc. 8, 43-48); entre otros.
Instruidos por Jesús de Nazareth y reavivados por su Espíritu Santo, los discípulos se dedicaron a hablar de la resurrección de Jesús, de actuar en su nombre y de los carismas del Espíritu Santo. Así, afirmaron su fe con la oración de los enfermos y bendecida por Dios con la sanación de mucha gente.
Esto es lo que durante todo este tiempo pascual hemos venido leyendo a través de la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Como por ejemplo con el caso del hombre tullido de nacimiento:
Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la hora nona. Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo. Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna. Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos.» Él los miraba con fijeza esperando recibir algo de ellos. Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar.» Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios. Todo el pueblo le vio cómo andaba y alababa a Dios; le reconocían, pues él era el que pedía limosna sentado junto a la puerta Hermosa del Templo. Y se quedaron llenos de estupor y asombro por lo que había sucedido (Hch. 3, 1-10).
La Iglesia, basada en Cristo
La Iglesia, fundamentada en la práctica de Jesús y de los discípulos y en el mandato del Señor de evangelizar y sanar «Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia» (Mt. 10,1).
Las primeras comunidades cristianas descubrieron que la sanación de los enfermos era un elemento esencial y fundamental en la práctica pastoral de la Iglesia.
De ahí que (en los grupos de oración de la Renovación Carismática) se realice esta práctica de suplicar al Espíritu del Jesús resucitado que dé fortaleza y sane a los enfermos. A esta suplica se denomina como el carisma de sanación que Dios da a quien quiere, y cuando y como Él lo dispone.
Un mensaje para ti, para todos
La invitación para nosotros, los cristianos carismáticos, a orar por los enfermos, para que el Espíritu de Jesús resucitado nos use como canales de bendición; para ello, debemos fomentar un clima de oración, a la luz de la Palabra de Dios, y tener en cuenta la prudencia y el orden, como nos lo recomienda la instrucción de la Santa Sede sobre la oración por los enfermos.
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