Hermanos y hermanas, hoy la Palabra del Señor ha llegado a nosotros a través de la reflexión del padre Javier Riveros, quien nos ha acompañado y traído un mensaje revelador que debemos llevar en la mente y el corazón; debemos disponer nuestro espíritu para que el del Señor entre en nosotros y nos cubra, para que el «Ruah» del Santo Espíritu de Dios nos llene de paz y armonía y que se vayan de nosotros los males y angustias.
Tenemos hoy la capacidad de recordar el poder del Espíritu divino, que es capaz de todo, pues para Dios no hay imposibles y a través del libro de Hechos 2 lo recordamos, pues allí nos muestra la Biblia como en la fiesta del Pentecostés a un grupo de personas les llegó el Santo Espíritu y comenzaron a hablar en diferentes lenguas que no conocían, entendiéndose y compartiendo la Palabra del Señor para todos los que estaban presentes, que venían de diferentes partes del mundo, con diferentes lenguas maternas y lograban entenderse.
Dicha anécdota nos deja claro que tenemos algo que hacer: llevar el mensaje de Dios a todas partes, sin importar en que parte del planeta estemos, El mundo de hoy está necesitando que demos testimonio de Jesús vivo, nos llenemos de su Espíritu e iniciemos una nueva humanidad, sin indiferencias ni egoísmos, pues como nos ha dejado claro el padre Javier, “no hay vida nueva sin el Espíritu Santo, seamos testigos del Señor, de Jesucristo, dejémosnos guiar por Él para vivir en paz”.
El Espíritu Santo es la promesa del Padre celestial, por eso Él lo derrama sobre nosotros. Sintamos en nuestra alma el poder y amor infinito del Señor. El dinero, la vanidad y las habladurías, nos pueden desviar del amor de Dios por lo que hoy estamos llamados a no servir a ninguna banalidad sino a Cristo; no nos dejemos llevar de nuestro ego, sino que llevemos una autoestima sana, y no escuchemos palabras necias, en cambio escuchemos al Señor. Sólo llevando esto a cabo podremos regocijarnos en el infinito amor de Dios, y lavar nuestra alma con el bendito Espíritu divino.