Los ojos del mundo, atemorizado por la pandemia del Coronavirus, recibieron con espereza las palabras de cercanía y bendición del Santo Padre, este 27 de marzo, desde la Basílica de San Pedro.
Conectados a través de los medios de comunicación, miles de personas de todas las edades y países, se unieron en oración con el Santo Padre, quien retomando el Evangelio de Marcos (4,35-41), en el que Jesús calma la tormenta en el mar de Galilea, luego de ser despertado por los apóstoles que lo acompañaban en la barca, recordó que “el Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual”
.Si bien, agregó, “nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
Por ello, insistió el Sumo Pontífice, “en medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado”.
Y es que, recordó el Papa, “tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”.
La fuerza de la fe libera del miedo y da esperanza
Durante su reflexión, previa al momento de oración ante el Santísimo Sacramento y a la bendición Urbi et Orbi, a Roma y el mundo, que impartiría de manera extraordinaria, el Santo Padre, también, alentó a abrazar la cruz de Cristo, ya que en ella “hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo”, señaló.
La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad
Alertando sobre las distracciones del mundo, el Papa advirtió que “todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, nos privan de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad. Por ello, es necesario “tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.
Bendición al mundo e indulgencia plenaria
Tal y como había sido anunciado, pasado el mediodía (hora Colombia) el Papa impartió la bendición Urbi et Orbi y concedió la indulgencia plenaria a quienes se unieron a este momento de oración con fe y piedad, confiando la superación de la emergencia sanitaria por Coronavirus, pidiendo por quienes afrontan “en primera línea” esta realidad desde su servicio desinteresado (personal de salud, voluntarios, gobernantes, consagrados, enfermos) y por la familias del mundo entero.
La ceremonia finalizó con aclamaciones al Señor, a la Virgen María y a San José.