“No se contenten sólo con oír el mensaje, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenlo a la práctica.” – Santiago 1:22 (BDH)
No basta con creer: hay que vivir lo que se cree
Una vida espiritual auténtica no se mide sólo por lo que creemos o sentimos, sino por lo que hacemos. Nuestras acciones hablan con más fuerza que nuestras palabras. Es fácil decir “yo creo en Dios”, pero es en la forma como tratamos a los demás, como trabajamos, como enfrentamos los conflictos, donde se ve si realmente vivimos en Dios.
Hacer el bien no es un acto ocasional, sino un estilo de vida. La fe que no se traduce en obras es una fe estancada, incompleta.
“Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” – Santiago 2:26 (BDH)
Coherencia: cuando la vida y la fe caminan juntas
El camino hacia la libertad interior implica ser personas íntegras, donde lo que pensamos, decimos y hacemos están alineados. Esta coherencia nos da paz, porque vivimos sin máscaras ni contradicciones.
Obrar el bien siempre no significa hacerlo todo perfecto, sino tener la voluntad constante de elegir el bien, incluso cuando es difícil, incluso cuando nadie nos ve.
“No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” – Gálatas 6:9 (BDH)
El bien como elección diaria
Hacer el bien no es un gran acto heroico, sino una suma de pequeños gestos cotidianos:
- Escuchar con atención.
- No responder con ofensa.
- Cumplir con responsabilidad.
- Ayudar sin esperar recompensa.
- Corregir con respeto.
- Perdonar sinceramente.
Cada una de estas acciones es una semilla que transforma el mundo y, sobre todo, nuestro interior.
Práctica espiritual: elegir el bien, incluso en lo pequeño
Esta semana, te propongo una práctica sencilla pero profunda: en cada decisión cotidiana, pregúntate:
- ¿Esto edifica?
- ¿Esto refleja el amor de Dios?
- ¿Estoy actuando como si Él estuviera presente?
Recuerda: obrar el bien no siempre es lo más fácil, pero sí es lo que más libertad da.
Para meditar y orar
Señor,
que mi fe no se quede en palabras,
sino que se haga vida en mis acciones.
Dame un corazón generoso y valiente,
que sepa elegir el bien en cada momento,
y vivir de forma coherente contigo.
Amén.
John Angulo