La Iglesia, al celebrar el Misterio de Cristo, ha establecido un conjunto de normas dentro del año litúrgico el cual le permite profundizar en la Palabra, la memoria de los Santos, las solemnidades, la eucaristía y la liturgia de las horas. Día a día, se busca santificar el nombre del Señor y es por esto por lo que el ordo se alinea con el calendario litúrgico, proporcionando las lecturas que se han propuesto para cada día.
Su historia:
El ordo nace como respuesta a los planteamientos litúrgicos del Concilio Vaticano II, este concilio que fue de carácter pastoral a comparación de los demás. Vio con gran necesidad la participación de los fieles en la celebración de la Misa. Fruto del discernimiento de los Padres Conciliares, la Iglesia introdujo un ciclo de lecturas para cada tres años que son designados como A, B y C. La nueva celebración de la misa que fue condensada en el ordo, es resultado de un trazado de cientos de años en donde la Iglesia pudo consolidar en un primer momento una liturgia universal, puesto que como sucedida previo a Trento no existía una instrucción para toda la Iglesia, sino por el contrario se permitía la diversidad de la celebración del misterio pascual.
Más lecturas en la celebración de la misa:
Con la nueva reforma litúrgica se introdujeron más lecturas para darle realce a la Palabra que es viva y eficaz, estas también, al igual que la misa se proclaman en la lengua vernácula, es decir, en el idioma que la mayoría de los participantes hable o en el que predomine en el país en el que se está.