Fruto del gran regalo de Dios:
En su discurso a los líderes presentes en el Foro Intergubernamental del G7 el Santo Padre, Francisco, recordó que la ciencia y la tecnología son un producto extraordinario del potencial creativo del hombre. Resaltando con gran claridad que todo esto se origina a partir de las potencias que el Señor le ha dado al ser humano. Por lo tanto, no se puede caer en una satanización de lo que ha sido creado por el hombre, sin embargo, todo esto se debe llevar a maximizar la calidad de la vida del hombre, a que este cuente con herramientas que le faciliten aprender sobre diversos entornos.
La inteligencia artificial, como instrumento:
Desde que se tiene registro, el ser humano ha tenido una intrínseca relación con las herramientas. Este ha demostrado su total capacidad para crear artilugios que le faciliten la vida, de mediar su ambiente con instrumentos y solucionar problemas de su día a día. Es importante recordar que la inteligencia artificial se puede ver como un conjunto de respuestas que parten de un algoritmo y criterios definidos para llegar a un objetivo determinado.
La responsabilidad:
Así como un cuchillo puede ser usado para untar mantequilla en una tostada, una piedra puede ser usada para edificar o la pólvora para divertir a los asistentes a un espectáculo. Así mismo pueden ser utilizados para herir y hacer daño al otro y esto no tiene nada que ver con el hecho de que el instrumento sea bueno o no. Por el contrario, la responsabilidad recae en el sujeto quien utiliza el objeto, el cual comprende su finalidad y lo que conlleva su uso.
Sujeto de dignidad:
Es por esto por lo que la inteligencia artificial adquiere su mayor esplendor cuando es utilizada para la dignificación de la persona, cuando se coloca en pro de la restauración de la dignidad de la persona y en aportar a la conclusión de problemas, brechas y cuestiones que pueden dificultar su diario vivir.
