En el pueblo judío:
Para los judíos, la fiesta de la cosecha o del Shabuot era una de las más importantes, junto a la fiesta de Pesaj y la del Sukkot. Dicha fiesta se celebraba a las 7 semanas de la fiesta del Pesaj; es decir, a los 50 días de la Pascua. En esta fiesta, el pueblo le ofrendaba a Dios las primicias de sus cultivos y de sus animales en señal de agradecimiento por la benevolencia de haberlos sacado de la esclavitud de Egipto y también por haberles proveído el alimento material.
La promesa de Cristo:
Llegando al culmen del ministerio de Jesús, en el capítulo 14 del Evangelio según San Juan, se puede ver la promesa de envío del Espíritu Santo, explicándoles que es él mismo quien le pedirá al Padre que les envíe al Paráclito. En el discurso que pronuncia en la última cena, narrado en el capítulo 16 de San Juan, expresa claramente que es conveniente que él se vaya para que venga el Espíritu.
La plenificación del anuncio:
Los discípulos fueron los amigos, los primeros en encontrarse con Jesús, aquellos que compartieron su cotidianidad y sus hazañas. Al haber completado su misión en la tierra, Jesús les entregó una misión: que siguieran anunciando la Buena Nueva a todo el mundo. No obstante, siempre fue claro al decirles que no los iba a dejar solos. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se cuenta que, aunque estaban llenos de miedos y falencias, todos quedaron llenos del Espíritu Santo y fueron a anunciar que Cristo estaba vivo.
Una promesa para ti:
Dios tiene grandes maneras de obrar en tu vida, en el silencio del corazón, en medio de las dificultades y problemas de la vida, y debes tener claro que deseas darle un nuevo rumbo a tu existencia. Es por esto por lo que el 13 de mayo tendremos un gran encuentro de Pentecostés, donde clamaremos por un nuevo bautismo en el Espíritu y le pediremos a Dios que se derrame en toda nuestra vida.