El Evangelio de hoy recuerda la alegría de las mujeres al haber visto que el sepulcro estaba vacío, ellas corrieron donde los discípulos para contar esta gran noticia, pero se encontraron de cara con el maestro quien les dijo que se dispusieron para ir a Galilea junto a los discípulos. Narra que los soldados al encontrar la tumba vacía les dieron cuenta a los sumos sacerdotes pero que por una gran suma de dinero acordaron decir que sus discípulos habían robado el cuerpo.
El Señor ha resucitado, la tumba está vacía y ha vencido la muerte por todos nosotros. La Iglesia a través de su liturgia nos invita a celebrar este tiempo con alegría y júbilo. También, iniciamos con la Octava de Pascua que refiere a los 8 primeros días en lo que Jesús se manifiesta a sus discípulos, y a la Iglesia, para mostrar que ha resucitado y que estará con ellos hasta el fin de los tiempos.
Un amor que se quedó par siempre
Durante 40 días la Iglesia tuvo un tiempo para reflexionar, para detenerse y poder evaluar la manera en la cual se está viviendo. No es fácil guardar el ayuno y la oración y más en contextos tan movidos como en la sociedad. Lo más importante de todos estos días es haber encontrado al Señor, es tener la facilidad y la capacidad para crecer en la Palabra de Dios, para estar más cerca de Él y poder experimentar sus maravillas.
Se ha acompañado a Jesús en su misterio pascual, la Iglesia lo ha actualizado y ha recordado que él se ha entregado por puro amor. Ahora viene un tiempo de alegría en dónde el color blanco predomina por encima de otros, en dónde todos los creyentes viven llenos de gozo por las obras de Dios.