Hoy es un día de absoluta penitencia en la Iglesia, recordamos que Cristo ha sido crucificado, humillado, traspasado y muerto por cada uno de nosotros. Él ha sufrido los peores vejámenes por amor y esto nos debe llevar a entender cuán importantes somos para él.
Llamados a imitar sus actos de amor:
Nosotros estamos encaminados a recordar y a vivir su pasión llegando a ser partícipes del sufrimiento que padeció. Este misterio de amor que vivimos en el segundo día del triduo pascual nos recuerda el amor tan grande que el Señor ha tenido con nosotros.
Por lo anterior, debemos recordar que cada uno de nosotros estamos llamados a vivir en libertad en este mundo. Dios nos ha hecho libres en la cruz y somos conscientes de eso, también nos ha dotado de todas las capacidades para crecer, para amar y para vivir. Su entrega desmedida es una llamada a que seamos imitadores de sus acciones.
El mundo necesita de nosotros, necesita que cambiemos la manera en la que vivimos, la forma en la que tratamos a los demás y muchas cosas negativas que inclusive llegan a limitar el actuar de Dios en nuestras vidas. Aunque el hombre se ha pervertido con el pecado hoy, más que nunca, recordamos que Dios nos ama y nos seguirá amando sin importar nuestros errores, pero siempre invitándonos a que cambiemos, a que busquemos ser una mejor versión de nosotros y así aportar en la construcción de un mejor porvenir.
Estamos invitados a vivir toda la celebración de la Pasión del Señor, con el viacrucis, el sermón de las 7 palabras, el descendimiento, a contemplar al Dios que ha entregado su vida en el Santo Sepulcro, acompañar a su Madre en este momento de sufrimiento y espera confiados de que el Señor estará nuevamente con nosotros como lo ha prometido