Hoy iniciamos lo que se conoce en la Iglesia como el Triduo pascual, este es el centro y culmen de nuestra fe. Nos hacemos partícipes de la gran entrega que el Señor ha tenido con todos nosotros y es que no podemos dejar de ver en ningún momento que su vida ha sido un entero acto de amor por todos nosotros.
Eucaristía: milagro de amor.
El Evangelio nos cuenta que Jesús junto a sus discípulos nos ha dejado la eucaristía como prenda de su amor, él mismo ha entregado su cuerpo y su sangre por todos nosotros en un sacrificio agradable al Padre. Confirmando que Cristo se ha entregado en totalidad por la redención del género humano.
Nosotros como cristianos estamos llamados a celebrar todos los domingos este sacramento por excelencia y es en la eucaristía donde vivimos la plenitud del amor de Dios. Cristo viene a nuestras vidas por medio de las acciones del sacerdote quien es el que preside la celebración de la misa con todo el pueblo.
Sacerdote para siempre:
También celebramos en la Iglesia la institución del sacramento del orden, los cuales son hombres que entregan su vida, sus fuerzas, su tiempo y su corazón para llevar a los fieles al encuentro con Dios. Esta tarea que Dios les ha otorgado está llena de grandes retos y misiones.
Sin embargo, es Dios quien los respalda confirmando día a día la vocación a la cual han sido llamados. Entregarse al otro no es más y hoy recordamos que Cristo ha pedido a los hombres que demos un poco más de lo que tenemos. Es en esta donación donde cada uno de nosotros somos transformados y restaurados por la llama de su amor.
Por lo anterior hoy estamos invitados a celebrar la Santa Cena del Señor en nuestras parroquias, contemplar en el monumento la gran muestra de amor que Dios ha tenido con nosotros y estamos llamados a dedicarle un buen tiempo a completar sus maravillas.