El Papa San Juan Pablo II instituyó la Jornada de la vida Consagrada con el fin de ayudar a la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de los han optado por seguir a Cristo. Invitándolas a mirar el futuro con esperanza, teniendo presente la fidelidad de Dios y el poder de su gracia.
Las tres finalidades de esta jornada:
- Alabar y bendecir al Señor por el don de la vida consagrada al Reino, este don no es dado por el empeño del hombre. Por el contrario, es una iniciativa del Padre que atrae a su hijo con un amor especial para una misión especial impulsada por el Espíritu Santo.
- Promover el conocimiento y la estima de la vida consagrada ya que esta forma de vida imita más de cerca la forma de vida de Jesús, quien se ha entregado por completo como misionero del Padre para su Reino.
- En cuanto a los consagrados, ellos son invitados a celebrar las maravillas que el Señor ha hecho en ellos. Haciendo que ellos vuelvan la mirada a las fuentes de su vocación para así renovar el compromiso de su consagración.
La Jornada de la Vida consagrada se celebra en la fiesta de la Presentación del Señor, ya que se presenta a Jesús, consagrado al Padre. Es decir, una donación total dada por el Hijo y una invitación para todos los que son llamados a reproducir este modelo de vida mediante los consejos evangélicos.