La oración puede definirse como una forma de comunicación con Jesús, una forma de hablar con Dios, la fuente donde podemos estar cara a cara. Sin embargo, la oración no es solo una simple conversación. Es una forma de conexión con el Padre, un acto de fe y humildad que nos ayuda a encontrar paz y equilibrio en nuestras vidas.
El don de la oración nos brinda muchos beneficios, tanto a nivel físico como emocional. Estudios han demostrado que la oración puede reducir el estrés y la ansiedad, mejorar la salud mental y física, y aumentar la sensación de bienestar general. Además, la oración puede ayudarnos a encontrar consuelo en momentos difíciles, agradecer por las bendiciones recibidas ya pedir guía y protección en nuestra vida diaria.
La oración también puede ayudarnos a cultivar valores como la paciencia, la humildad y la gratitud. Al orar, reconocemos que no somos dueños de todo en la vida y que necesitamos ayuda para enfrentar las dificultades. La oración también nos ayuda a ver las cosas desde una perspectiva más amplia ya recordar que hay un propósito detrás de todo lo que experimentamos.
Además, la oración puede ayudarnos a conectar con nuestros semejantes de una manera más profunda y significativa. Cuando oramos juntos, podemos compartir nuestras necesidades, y apoyarnos en tiempos difíciles. La oración también puede ayudarnos a cultivar la empatía y la compasión hacia los demás, y a buscar maneras de ayudar a quienes nos rodean.
En conclusión, el don de la oración es un regalo invaluable que todos podemos disfrutar. La oración nos conecta con lo Jesús, y eso nadie nos lo puede arrebatar, puedes estar en este momento las veces que quieras, las veces que desees hablar con la Trinidad, de refugiarte en lo que te llena.