Compartir Navegación de entradas AnteriorLucas 21, 20-28: Levanten la cabezaSiguienteLucas 21, 34-36: Vivir despiertos Deja un comentarioCancelarTu dirección email no será publicada. Los campos requeridos están marcados * Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.