La Palabra de nuestro Padre todopoderoso nos trae hoy una reflexión que vale la pena examinar a fondo, vemos en Juan 20, 11-18, como María Magdalena llora entristecida por la desaparición del cuerpo de Cristo, ve a dos ángeles y les pregunta por Él, ve al mismo Jesús y en medio de su desconcierto lo desconoce y sigue preguntando por el Señor; Él le pide que lleve el mensaje a los discípulos y sube al encuentro con nuestro Padre celestial.
Este versículo nos sitúa en la posición de la Magdalena para darnos cuenta que muchas veces estamos tan centrados en las cosas negativas y tristes de la vida que no vemos que Cristo está con nosotros, nos enfocamos tanto en los problemas, que olvidamos enfocarnos donde realmente debemos: en Dios. No caigamos en el error de enfocarnos en lo malo y mejor escuchemos el mensaje de Jesús para nosotros, así como la mujer los escuchó y obedeció.
Muchas veces ocurre también que el mensaje está ahí, pero nosotros decidimos hacer caso omiso a su llamado; no caigamos en este grave error, pues la Palabra del Señor es realmente la que nos guía a través de la vida y los miles de caminos que esta tiene, porque, a través de la biblia, sus versículos, parábolas y enseñanzas podremos siempre encontrar una voz de aliento y una empatía frente a las diferentes situaciones que se nos presentan.
Hoy el llamado de Dios es a que no nos enfoquemos en las tristezas, en las penas ni en los males, sino que enfoquemos nuestra mirada hacia Jesús y hacia la promesa de la vida eterna que en Él encontramos, para que guiados por su Palabra podamos llevar una vida bienaventurada y llena de amo