Mc 8,27-33: Confesar la fe con la boca y con la vida

Lectio ‘Palabra vivificante’. P. Fidel Oñoro cjm

Mc 8,27-33: Confesar la fe con la boca y con la vida

Cerremos por un momento los manuales de religión o de historia para detenernos allí donde el corazón vibra.

¿Quién es Jesús?

Para elaborar una respuesta, Jesús no solicita definiciones abstractas sobre su persona, sino hasta qué punto sus seguidores se han dejado tocar por él y se han involucrado en su proyecto.

Justo en la mitad del evangelio de Marcos, Jesús pondera la comprensión que la gente y los discípulos tienen acerca de él.

En la primera línea (o título) del evangelio, Jesús fue presentado como Mesías e Hijo de Dios (Mc 1,1). Por medio de sus enseñanzas y acciones, Jesús se ha venido revelando como tal.

Llegados a este punto, ¿qué es lo que han entendido sus seguidores?

1. Un nuevo paso en la pedagogía de la pregunta

En el evangelio de Marcos el progresivo descubrimiento de Jesús se ha llevado a cabo por medio de preguntas.

Por ejemplo, al final del primer milagro, la gente se preguntaba: ‘¿Qué es esto?’ (1,27).

Más adelante, cuando la tempestad calmada, sus seguidores se preguntan: ‘¿Quién es este?’ (4,41).

Todos ellos se dieron cuenta de que en Jesús había algo de inédito e inesperado, y que había que abrirse a una revelación que emanaba de él.

Ahora hay un giro. Es Jesús quien les pregunta a ellos.

La indagatoria pasa por dos niveles de comprensión: la gente… Ustedes. De fuera hacia dentro. Parece interesar más el segundo grupo, el más cercano; no tanto el de los admiradores, sino el de los seguidores.

Jesús, quien con su típica pedagogía de la pregunta educa en la fe, pide más a quienes lo acompañan todos los días, no espera repetición de lo que por ahí dicen, sino experiencia de vida: ¿Y a ustedes qué les ocurrió desde cuando me encontraron?

El giro es interesante. Como escribe Abel Villegas en forma de oración:

‘Jesús: ¿cuándo dejaste de ser la respuesta a mis preguntas y te volviste la pregunta a mis respuestas?
Cuando eras la respuesta, eras manipulable.
Ahora que eres pregunta, me desbordas, pones en duda mis certezas.
Y te siento más mi hermano’.

Y estas preguntas son hechas ‘por el camino’ (8,27). No estamos en un ámbito confesional, sino en el de lo cotidiano, el que mejor da cuenta de las profundas convicciones del corazón.

Es en la vida que el discípulo reconoce a Jesús como el Mesías.

2. Nuevas respuestas: lo que dice la gente… lo que dicen los discípulos

Lo que parece al principio un sondeo de opinión, muestra que la gente en general maneja un concepto bello pero incompleto de Jesús, como un gran personaje, sí, como un profeta, y quizá el más grande todos.

Efectivamente, Juan Bautista y Elías eran profetas, eran voceros de Dios, hablaban y actuaban en su nombre. Y la gente coloca a Jesús a ese nivel.

Pero Jesus está a otro nivel. Resulta que Jesús no es un delegado más. La comprensión de Jesús como profeta es correcta, pero se queda corta.

… ¿Y Ustedes qué dicen?

Dice Pedro: ‘Tú eres el Mesías’ (8,29).

La respuesta de Pedro es acertada y da un paso adelante con respecto a la de la gente: Jesús es el Mesías, el ungido, es el último y definitivo rey y pastor enviado por Dios.

Pero esta respuesta tampoco es completa. De nuevo Jesús pide elevar el nivel. Pedro avanzará como el ciego de Betsaida, siendo poco a poco llevado de la mano de Jesús hasta que se le aclare completamente su visión de él.

Jesús es Mesías, sí, pero no cualquier tipo de Mesías.

La gente tenía varias maneras de entender la identidad y tarea del Mesías, la mayor parte lo veían como un guerrero que traería libertad política y prosperidad a la nación. Otros, como un personaje eminentemente religioso, renovador del culto del templo.

Jesús no encaja en ninguno de esos conceptos. Para entenderlo completamente, para calibrar bien qué tipo de Mesías es, hay que dar otro paso.

Para ello, Jesús le da a Pedro y a sus compañeros una una cita al pie de la Cruz. De ahí que enseguida pronuncie el primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección:

‘Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar después de tres días’ (8,31).

Fuera de la Cruz pascual nunca atinaremos en la comprensión de Jesús y mucho menos en lo que es el seguimiento.

3. El escándalo de de Pedro y la lección sobre el discipulado

Pedro se escandaliza, se le resquebraja la imagen de Jesús que acaba de proclamar: ¡un Mesías no puede ser así! ¡Mesías y cruz no son compatibles!

Todo va bien cuando se trata de gloria y éxito, pero cuando aparece el sufrimiento en el camino, por dentro entramos en cortocircuito con Dios y con la vida, como que se desbarata toda lógica.

Por tras de la reprensión de Pedro a Jesús hay un concepto teológico: para un Israelita, Dios es ante todo el Dios de las victorias, el Todopoderoso que siempre gana.

Es evidente que un crucificado, que aparentemente es un derrotado y humillado, no coincide esta idea de Dios.

Pero, precisamente ese es el tema: en la cruz y resurrección del Hijo de Dios no sólo hay un acto salvífico, sino también una revelación de Dios. Allí Dios muestra su rostro y sobre este horizonte descubrimos quién es Jesús.

Jesús, además, anuncia una dinámica que pasa por su propia historia personal: un Mesías de la cruz que lleva a la gloria.

No un Mesías de azúcar y acomodado a mis expectativas, al contrario, uno que hace añicos mi manera de pensar: ¿Un. Mesías que no derrama la sangre de ninguno, sino la propia? ¿Un Mesías que no pide, sino que se da?

Pues sí. Así mismo. Extraño, pero ese horizonte de muerte es el que transforma todo en su resurrección, jalando hacia la vida de todo ser humano y la historia entera hacia lo alto.

Por tanto… ¡Para atrás, Pedro!

Al Pedro que se opone al camino de la Cruz del Maestro, Jesús lo pone en su sitio, el de los discípulos, tal como desde el primer día: ‘¡Sígueme! ¡Ponte detrás! Eres discípulo, no maestro’.

‘¡Ponte detrás!’, le dice Jesús a Pedro. ¡Camina como discípulo! ¡Eres tú quien me sigue a mí, no yo a ti! ¡Ven conmigo hasta la cruz!

‘Ven detrás…’ (‘hypage opizo mou’, en griego) es una expresión parecida a la que escuchó el día de su vocación en el lago (1,17). Caminar detrás es que distingue al discípulo.

Además lo trata de Satanás.

‘…¡Satanás!’. Es fuerte este calificativo que le agrega. ¿Por qué se lo dice?

Satanás es el tentador, el que intenta apartar al Mesías de su camino (ver 1,13). Además, Satanás conoce bien a Jesús y proclama con acierto su identidad: ‘Sé quién eres: el Santo de Dios’ (1,24). Los espíritus inmundos le gritaban a Jesús: ‘¡Tú eres el Hijo de Dios!’ (3,11).

En esas ocasiones que hemos citado vemos cómo Satanás hace una confesión de fe correcta acerca de Jesús, pero… lo hace sólo con la boca, su vida por otro lado, no sigue a Jesús, ni adora a Dios ni se convierte. Ese es el drama, se puede hablar correctamente de Jesús, pero la vida puede ir por otro lado.

Para Pedro esto es una advertencia: has hecho una declaración correcta, pero te comportas como Satanás.

La confesión de fe de boca debe estar acompañada con la de la vida. Jesús es el referente: él confiesa ser Hijo de Dios con la obediencia al Padre hasta la Cruz.

A Pedro le espera, entonces, un largo camino y fuertes aprendizajes.

En fin…

Jesús estimula respuestas, no educa conferencistas ni motivadores ni profesores de Biblia o sagrada teología que expliquen quién es él. Más bien educa testigos de una novedad que te hace caminar desde dentro y abrir rumbos inéditos.

Jesús no sólo quiere confesión de fe de boca, sino de vida.

Jesús es un maestro de la existencia que quiere que sus seguidores sean pensadores y poetas de la vida que se identifican con él en la entrega, haciendo suyo ‘el pensamiento de Dios, no la mentalidad de los hombres’.

Pero ocurre que cuando creemos entenderlo todo es cuando no entendemos nada.

Le pasó a Pedro. Jesús lo lleva hasta el límite de lo que parece un abismo de muerte, para captar cuál es el salto decisivo con el que se gana la vida.

Con Pedro podemos decir a Jesús: Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y quiero seguirte aunque me cueste.

Ante Jesús que confronta y educa, cada uno está llamado a dar una respuesta desde dentro y a elegir.

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2 comentarios
  1. Nancy Fernanda Jimenez Gaitan

    Buenas noches. Cuanto ayuda toda esta entrada a la lectura de nuestro evangelio. Gracias padre Fidel. Me gustaria por favor me contara quien es Abel Villegas. Nuevamente muchas gracias, cuenten con mi oración.

  2. Gloria Cortés

    Gracias contar con la enseñanza del padre Fidel Oñoro es para mí una bendición de Dios, gracias

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