Tiempo de Pascua, tiempo de Dios

La resurrección de Cristo nos ha dejado buenas nuevas y tiempos de completo amor y seguridad, hemos comenzado un tiempo nuevo, de Pascua, esperanza y resurgimiento en Dios, la esperanza de la victoria de Cristo sobre la muerte debe ser nuestra fuerza y nuestra luz, nuestra esperanza y alegría para salir adelante con Dios nuestro Señor, que es quien puede vencer a la muerte y a todos los males.

La resurrección de Jesús nos muestra que no hay nada imposible para el Padre celestial y que la vida y la esperanza son las cualidades que más representan la Pascua que vivimos actualmente, Dios nos ha regalado el don de la vida un día más, debemos agradecerle por esto y por la vida de Cristo nuestro Señor, que murió y resucitó para librarnos de todos los males, debemos darle gracias a Dios por las maravillas que obraron con Jesús en la cruz y con las maravillas que hoy también vivimos a través de la bendita sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado y nos protege contra cualquier mal.

Hermanos y hermanas, pidamos que el Espíritu de vida de Dios venga sobre nosotros hoy y nos llene, para que vivamos la resurrección en nuestros corazones y seamos uno solo con Él, pidamos también al Señor que unja nuestros labios, nuestro corazón y nuestra mente para que podamos llevar a todas partes el mensaje de su Palabra.

Recordemos hoy, que la resurrección se cumple en Jesús y también en nosotros si vivimos con Él en nuestro corazón, la vida en comunión con el Padre es aquello que nos va a permitir resucitar para gozar de vida eterna por la omnipotencia y el poder de Dios, porque la Palabra del Señor es vida y no muerte; por eso trajo de la muerte a Jesús y por eso sabemos que nosotros también podremos hacerlo.

Vivir con Dios en el corazón, es romper las ataduras de muerte de nuestra vida, resucitar en Él es romper las cadenas de maldad, de enfermedad y de cosas negativas que nos evitan vivir la vida que nos ha regalado; el Señor quiere pasar por tu vida hoy, rompiendo las ataduras de muerte que no te puede dominar ni mandar en tu vida, porque Dios ya lo hace. No le sigamos el juego a la muerte y al mal, las ataduras de muerte se rompen en la Pascua y sus dominios se acaban por que Jesús ha resucitado.

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